COMPRAS PÚBLICAS
Los políticos de la izquierda se silenciaron durante la pandemia. Estas situaciones requieren personas que ejecuten actos solidarios, no discursos, y es allí cuando se nota la importancia del sector privado.
La
sociedad civil ecuatoriana ha mostrado solidaridad. Arrimando el hombro para
limpiar calles, donar, ofrecer logística, distribuyendo insumos y equipos
médicos a quienes más los necesitaron: pacientes, personas vulnerables, médicos
privados y del sector público.
No es
necesario obligar mediante leyes injustas. Los recursos privados siempre han llegado
en el momento adecuado para afrontar las crisis. Al contrario de las acciones
del Gobierno, que fueron requisitorias.
La
ciudadanía y las empresas están dispuestas a donar para solventar emergencias,
pero no a pagar impuestos con ese pretexto, porque sabemos que los recursos que
ingresan a las arcas estatales, serán dilapidados en su mayoría. Recordamos las
compras del IESS, el hospital de Pedernales, la refinería de Esmeraldas, las
hidroeléctricas, las contribuciones por el terremoto y así, sumamos miles de
millones de dólares en despilfarra.
Tenemos
un Gobierno gigantesco en relación al PIB. Medra de la elevada presión
tributaria, perjudicando el poder adquisitivo del consumidor y la
competitividad. Si se reducen y derogan
impuestos y se eliminan restricciones comerciales innecesarias, tendríamos un entorno
de negocios que favorezca al ciudadano, no a los vividores del Estado.
Algunos
se preocupan por el desempleo de funcionarios públicos como consecuencia de la
reducción de impuestos. Lo cierto es que hay que concentrarse en el control de
las compras públicas. Por allí se van miles de millones de dólares de nuestros
tributos que pueden pagar esos sueldos hasta que el sector productivo los pueda
acoger.
Es
importante concientizarnos: nadie nos va a venir a salvar. Hoy, todos los
países enfrentamos el mismo reto: reactivar una economía golpeada por el
COVID-19. Al disminuir la presión tributaria, el sector productivo podrá crear
nuevos empleos y acoger a los millones de desempleados que los socialistas han
expulsado de la economía formal. Un
empleo productivo es el mejor plan social. Vamos por la prosperidad y no por
más de lo mismo.
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