SEGUROS, RELIGIÓN Y CAFÉ


Muchos autores concuerdan en que la aparición del contrato de seguro se debió a que el Papa Gregorio IX en el año 1.234 prohibió cobrar interés en el Préstamo a la Gruesa por considerarlo usura.  El Préstamo a la Gruesa es un contrato que  existe en nuestro Código de Comercio.  Según este, una de las partes presta a la otra una cantidad de dinero, u otra cosa apreciable en dinero, sobre objetos expuestos a riesgo marítimo, a condición de que, si perecen o se deterioran por accidente de mar, la que ha dado el capital no puede cobrarlo sino hasta la concurrencia de lo que los objetos valgan; pero si llegan felizmente a su destino, la que ha tomado la suma estará obligada a pagarla con una prima o utilidad convenida.

Pedro Horse y Baus, en su Tratado de Seguro de Transporte, al referirse a la forma como los comerciantes debían eludir el decreto Papal, expone que estos operaban “mediante el desembolso inmediato de una cantidad de dinero, en lugar de recibir una suma que no debía ser reembolsada en caso de siniestro, tal como se realizaba en el Contrato de Préstamo a la Gruesa.   El propietario del buque o de las mercancías hasta después de la prohibición Papal se limitaba a establecer una indemnización si el siniestro ocurría”.  En ese momento surgió la aseguración marítima por prima.  El seguro terrestre no creció con el mismo ímpetu, dada la protección ofrecida a los viajeros por los señores terratenientes y las comunas.  En cambio, aparecieron los primeros seguros de vida, en los que se aseguraban mujeres esclavas grávidas durante los transportes marítimos.  Casi un seguro de transporte marítimo, porque se las consideraba bienes, no personas.

La primera póliza de plaza se suscribió en 1.385 en Pisa, Italia.  Los operadores comerciales italianos difundieron el seguro por Europa manteniendo la uniformidad de las normas contractuales, por lo que la primera póliza inglesa apareció recién en 1.547, escrita en italiano.  Se puede decir que la industria aseguradora como tal tuvo sus principios en Londres a finales del siglo XVII, tras el devastador incendio que sufrió la ciudad durante cuatro días del año 1666.  Las compañías de seguros de incendio aparecieron, entre las que podemos mencionar: Compañía Holandesa de las Indias Orientales, The Fire Office y The Sun Office.

En el año 1.680, Edward Lloyd instaló un café.  Su cercanía a los muelles atraía a armadores, comerciantes y aseguradores.  Se convirtió en el centro de tratos de negocios, como cien años más tarde, cierto local de Wall Street se convertiría en un lugar para comprar acciones.  Edward Lloyd nunca vendió una póliza en su vida.  Solo café.

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