LA ESPADA DE ALFARO
Lo escrito en Wikipedia sobre el movimiento Alfaro Vive Carajo (AVC) pareciera una apología a los delitos contra la humanidad. Narra cómo un grupo de la izquierda revolucionaria marxista leninista de los años ochenta hasta principios de los noventa fue perseguido por el gobierno de Febres Cordero. Presenta a los integrantes de AVC como personas inocentes que no asesinaron, extorsionaron, secuestraron ni robaron bancos para conseguir el poder que no lograban obtener mediante las urnas. Un grupúsculo que delinquió, en ciertos casos, apoyado por el movimiento guerrillero colombiano M19.
Es incomprensible que nos quieran hacer sentir culpables del destino de personas que decidieron por su propia voluntad armarse y violar alevosamente el sistema jurídico establecido. Los insurgentes esperan que se respeten sus derechos cuando son capturados, pero ellos no estuvieron dispuestos a ofrecer los mismos derechos a sus víctimas. En los últimos tiempos, hemos observado actitudes similares en otros niveles, como por ejemplo, la promulgación de leyes que infringen los derechos de ciertas personas, con el argumento de que dichos actos redundan en beneficio del bien común. Una tesis inaceptable. El derecho individual no puede transgredirse bajo ese fundamento. Todos merecemos respeto. No solamente los insurgentes.
La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde. En el caso de los miembros de AVC eso no sucedió. Fueron reconocidos como grupo político al entregar las armas durante el gobierno de Borja y quieren que olvidemos sus delitos. Incluso se quedaron con la espada de Alfaro que robaron del museo del Municipio de Guayaquil. Vemos a algunos de sus miembros colaborando con el gobierno. Quisiera saber si se ha indemnizado a las familias perjudicadas por este grupo armado que quiso someternos a la violencia que sufrieron países vecinos durante el mismo periodo.
Varios han tratado de usufructuar de la imagen de Alfaro para justificar sus protervos fines. Somos testigos de la entrega de espadas robadas a un gobierno que aplaude y afirma que “Alfaro vive en esta revolución”. La moral no prescribe. Es por eso que Eloy Alfaro no se encuentra vinculado históricamente a delincuentes ni movimientos faltos de ideología. Tarde o temprano, la espada liberal del viejo luchador impartirá justicia ante tanta desfachatez y falacia.
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